Mundo: cambio e incertidumbre

Carolina Dell´Oro

Estamos en un mundo de incertidumbre, y eso es cierto. Probablemente casi todos los que están leyendo esta columna han tenido esa sensación en diferentes ámbitos de la vida: personal, laboral, política, económica, etc.

Frente a este escenario, tenemos la oportunidad de hacernos las grandes preguntas; probablemente, no vamos a encontrar soluciones inmediatas y efectivas, pero podemos dar el primer paso de cuestionarnos y buscar nuevos caminos.

Más atrás de esta incertidumbre hay una certeza, que todos también la tenemos, y es que el mundo cambió. Hoy nadie puede ignorar este cambio. Alguien podría decir que siempre el mundo está cambiando. Que es una obviedad. Pero hay ciertos momentos en que los cambios son más fuertes y socavan las bases mismas de nuestro actuar cotidiano. Hoy es uno de esos momentos.

Frente a un mundo que cambió hay tres posibilidades:
- Aferrarnos al pasado y no querer cambiar nada. Lo que es imposible y absurdo. Esta es la mirada tradicionalista que hace un gran daño.

- Irnos al futuro y negar el pasado (progresismo), lo cual también es evidente que es una apuesta arriesgada y que nos puede llevar a aceptar ciegamente toda nueva tendencia sin juicio crítico.

- O bien, buscar nuevos caminos, una mirada diferente, nuevos mapas que no niegan los anteriores, sino que evolucionan, perfeccionan, revisan y nos permiten avanzar. De esa forma podemos interpretar los nuevos tiempos de modo creativo y enriquecedor.

Estamos viviendo un momento privilegiado, donde caben las grandes preguntas. No para hacer un juicio lapidario, sino para preguntarnos qué se nos escapó, qué aspectos no hemos incluido, qué errores cometimos, qué reduccionismos aplicamos. No perdamos la oportunidad de mirar más ampliamente, a más largo plazo.

En este contexto no cabe duda que estamos en un escenario que exige de nosotros una profunda innovación. Y no me refiero a la innovación sólo de productos y tecnología; hablo de una nueva mirada, una mirada renovada, que nace de nuestra capacidad de adaptarnos a los entornos cambiantes. Se trata de una mirada analítica, que nos lleva a las raíces mismas del ser humano, que junto con ser individuo es comunidad y relacionalidad. Y así como un ser humano no puede desarrollarse solo sino en el encuentro profundo con otros, en el reconocimiento que le hace el otro, a nivel social ocurre lo mismo. Las distintas organizaciones y actores sociales no pueden desarrollarse pensando en sí mismas, sino en la integración y relación con otras. Pienso que lo que necesita Chile es pensar en un futuro integrado, donde no sólo exija mis derechos, sino que desde una mirada de país, pueda ver cuáles son las necesidades sociales fundamentales y buscar satisfacerlas en su mirada integral.

Es verdad que los estudiantes tienen derecho a una educación de calidad, pero también es verdad que los comerciantes, los transeúntes tienen derecho a poder realizar sus funciones diarias sin temor a ser agredidos.

Es verdad que en Chile se necesitan cambios, pero también es verdad que negar lo logrado en estos últimos años sería un gran error. No se puede construir desde la negación.